¡Ayer no fue tu día! Tampoco lo fue antier y todo parece indicar que hoy tampoco lo será.

8:00 am

Tu pareja te reclamó porque añoche te quedaste dormida cuando apenas empezaba la película; se fue sin desayunar. Intentaste decirle que estabas cansadísima, que el sueño te ganó… pero no pudiste decir palabra.

10:00 am

Tu mamá llega de visita: _Pero mijita, ¿pues qué haces en todo el día? …a estas horas tu casa está “tirada”, no hay flores en la sala y tú no te has “arreglado”_. La escuchas sintiendo una gran culpa y no sabes qué contestar.

11:45 am

Todo listo para ir al súper. Cargas a tu bebé, tu bolso y la pañalera, que de tu casa al auto se resbaló tres veces de tu hombro y te hizo perder el equilibrio. Subes al auto, acomodas todo pero justo antes de arrancar, tu bebé se vomita; buscas las toallitas perfectamente acomodadas en el fondo de la pañalera pero no las puedes sacar, optas por los kleenex.

12:25 pm

Finalmente sales de casa. Ya es tarde para las compras; decides ir sólo a la tintorería.

1:00 pm

Llegas al centro comercial. Bajas la carreola e intentas abrirla; no encuentras el botón “arma-fácil”; te lastimas un dedo; empiezas a sudar y te acuerdas que ese modelo de carreola nunca te gustó; el “vieneviene” se acerca a ayudarte pero te da miedo y le dices ¡No gracias!; en el auto de junto tocan el claxón y tu bebé despierta; la carreola continua sin abrirse; el sol a plomo sobre el auto; tu bebé se incomoda; tú sudas más; tu miedo y enojo aumentan; la carreola sigue trabada; se acerca el policía para ayudarte; aumenta tu angustia; el bebé empieza a llorar; ¡qué bonito está su bebé!, te dice el “vieneviene”; entras en pánico y decides regresar a casa a pesar de que se acaba de destrabar la carreola; el bebé llorá más; intentas meter la carreola al auto pero ahora te pesa muchísimo y tienes que aceptar ayuda; el llanto de tu bebé es desquiciante pero te da miedo sacarlo del auto, lo mejor es regresar a casa; te sientas al volante pero sientes que te tiemblan las piernas. ¿Qué me pasa?, te preguntas con un nudo en la garganta; ¿Está bien, señorita?, te pregunta el policia; te das cuenta que estás a punto de perder el control; respiras profundo y arrancas el auto; llegas a la salida del estacionamiento y en la caseta te dicen: ¡Su boleto no está sellado!

No puedes más: te sueltas a llorar y pagas la tarifa completa.
El cajero pregunta: ¿Qué le pasa, señorita?

3:00 pm

Llegas de regreso a casa. Mañana intentarás ir al súper. Dentro de tu cabeza se repite constantemente la pregunta del cajero: ¿Qué le pasa, señorita? …y tú sigues sin saberlo: ¿Qué me pasa si yo no era así? ¿Por qué ahora no puedo hacer las cosas como antes? ¿Por qué me siento temerosa, insegura, incomprendida y hasta sola…
si tengo a mi bebé?

En Psimamá te acompañamos cuando te rebasa esa avalancha de emociones y sentimientos del post parto.
En Psimamá …¡después del parto, no estás sola!